jueves, 27 de diciembre de 2012

De padres a padres: ¿cómo evaluar “los resultados”?


Los padres nos preguntamos acerca de la idoneidad de los entrenadores tanto como de los maestros y profesores de nuestros hijos porque somos concientes de que los están formando para la vida.
     ¿Cómo estar seguros de que están en buenas manos? ¿Alcanza con evaluar las marcas o el resultado de un partido? ¿Cuándo podemos quedarnos tranquilos sabiendo que los resultados, los buenos, los mejores, se están dando?.
     Sabemos que no hay una verdad sino verdades o ideas que ayudan a reflexionar. En ese sentido tal vez lo que sigue sirva a otros padres para “evaluar”, es decir, dar un justo valor, a esos resultados.
     Entendemos que un entrenador logra los mejores resultados cuando:
  • Su compromiso, invita a una respuesta de compromiso,
  • Cuando les hace sentir a los jóvenes deportistas que son tomados en serio y que es importante lo que hacen.
     Cuando los padres sentimos que debemos agradecerle:
  • por la preocupación, por el tiempo dedicado a ellos,
  • por ayudarles a entender que no son todos iguales y poner a cada uno en relación a sus posibilidades y objetivos
  • por el conocimiento, por hacerles saber que aunque lleve años como entrenador en determinado deporte sabe que debe seguir aprendiendo y sabe de quienes, eso transmite humildad bien entendida.
  • por las ganas,
  • por el cariño,
  • por la autoridad, por no esquivarle a la responsabilidad de ser quien sugiere una dirección en cada momento,
  • por creer en ellos,
  • por quererlos ganadores pero no exitistas,
  • por exigir lo que pueden dar sin exponerlos a frustraciones,
  • por no mentirles,
  • por no buscar excusas ajenas cuando se da un resultado adverso, porque eso los hace responsable sabiendo que no están solos en esa responsabilidad,
  • por ser duros cuando es preciso,
  • por la mirada crítica que los acompaña en cada entrenamiento y en cada prueba
  • orque confían en esa mirada y pueden aceptar sus errores y lo que deben hacer para poder superarlos,
  • por las razones técnicas dadas indefectiblemente ante los triunfos y las derrotas,
  • porque saben que en la competencia no están solos.
  • por hacer de ellos los triunfos y de ambos las derrotas,
  • por lograr que las horas de entrenamiento sean el mejor momento del día,
  • por combinar seriedad y buen humor,
  • por festejar sus festejos y por “dejarlos” llorar ayudándoles a pensar el porqué de esas lágrimas,
  • por no desestimar las explicaciones tácticas, técnicas y estratégicas, pero a la vez por ir más allá de eso, por explicarles el valor del esfuerzo, de los logros, de los errores.
     En definitiva, por hacer del deporte un pretexto para hablar de la vida, para darle juntos un sentido íntimo, duradero e inolvidable a las muchas horas de entrenamiento, a las medallas y a las lágrimas.
     Por ayudarlos a crecer con calma pero con metas. Con confianza, con fe, con la creencia en un proyecto en común.
     Por la intimidad y el cariño que los une en el esfuerzo, en la entrega y en los sueños.
     Estos son los resultados, los mejores sin duda, los que nos importan a los padres al tiempo de evaluar si nuestros hijos están en buenas manos.
Diana Giussani de Morano* y Emilio Morano** 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Artículo: Padres y entrenadores


Habla sobre los padres y qué relación tienen con el fútbol base. Espero que os sea de utilidad

LOS PADRES
Juan Díaz. Padre y Entrenador
Comienzo este artículo con una pregunta: ¿Somos los padres conscientes de que nuestros hijos nos ven como una referencia?

Todos nuestros comportamientos, gestos, palabras o acciones tienen repercusión en nuestros hijos. Nos observan y tratan de imitarnos en la medida de lo posible. Un hijo intentará siempre hacer feliz a sus padres, que se sientan orgullosos de él. Así que nuestra responsabilidad es inmensa. Somos observados a diario, por tanto, nuestra labor educativa no cesa nunca. Cualquier momento o situación es un excepcional escenario formativo.

En los años que llevo en el fútbol base, concretamente en Fútbol 7, he podido observar que existen diferentes tipos de padres. Me he permitido clasificarlos en base al comportamiento que tienen dentro de un campo de fútbol.



PADRES – ENTRENADORES: sin duda, ocupan el primer lugar en mi clasificación. Los campos de fútbol están llenos de esta “especie”. Son padres que asisten a los entrenamientos, no faltan a ningún partido. Le dicen al entrenador dónde tiene que jugar su hijo, cómo tiene que jugar el equipo. Están convencidos de que su hijo es el mejor y ven al niño jugando, en un futuro, en un equipo de primera división. Para ellos, no existe nada más que su hijo. El equipo existe porque está su hijo dentro de él. En los partidos “montan” el espectáculo. Antes de comenzar ya ejercen de entrenador: “vamos a ganar” “tú, no chupes tanto” “tenéis que echarle h..”. Durante el partido, no paran de gritar, corregir, situar a los jugadores, increpar a todos (jugadores, rivales y, por supuesto, árbitro), insultar, desafiar, muestran agresividad. A veces, están tan metidos en el partido, que corren la banda. Es frecuente verlos con una cerveza en la mano y su hábitat natural está en la grada pero pegado al terreno de juego donde se le identifica fácilmente. Si el equipo pierde es porque el entrenador no tiene ni idea y los jugadores no tienen el nivel de su hijo. Si se gana el partido se muestra muy satisfecho porque su hijo ha sido pieza esencial y él ha influido, con su dirección del juego a base de gritos, en el resultado. Se marchan convencidos de que su hijo es el mejor. El problema surge cuando en un equipo hay dos o más jugadores que son los mejores (en relación de los padres entrenadores que existen en el equipo: x padres entrenadores = x futuros Messis en el equipo). Si esto ocurre, la guerra está montada. Hace seis años entrenaba a un equipo prebenjamín (6 y 7 años) con el que quedamos campeones de liga. El día de la fiesta por la consecución del título, dos padres entrenadores se pelearon a puñetazos. Los niños no sabían por qué se peleaban, yo tampoco (sigo sin saberlo). Pero es que ellos tampoco sabían por qué se estaban pegando. El daño que estos padres les hacen a sus hijos es inmenso. Lo peor es que ellos no son conscientes y van a más en su actitud negativa.

Estos padres, a veces, se les ven acompañados de otro “ejemplar” que he denominado:


PADRES – SEGUNDOS ENTRENADORES. Tienen la misma misión que el anterior pero en un segundo plano. Sólo se acerca al primero para hacer comentarios puntuales. También increpa e insulta pero desde la barra del bar. Tanto al primero como al segundo, les importa muy poco la formación de sus hijos. Lo único que les interesa es que su “diamante en bruto” esté rodeado de los mejores, en un equipo ganador.


PADRES GRATIFICADORES. Así denomino a los que gratifican, económicamente, a sus hijos por cada gol marcado (lo siento por los defensas y por los porteros). Dan dinero por goles marcados. He visto dar 10 euros por cada gol marcado y estamos hablando de partidos de fútbol 7 en los que un mismo jugador puede marcar un gran número de goles. Los niños, evidentemente, se vuelven egoístas dentro del terreno de juego, increpan al compañero si no le pasan el balón, no tienen concepto de equipo y no se integran en un grupo.



PADRES REPRESENTANTES. Esta “especie” está en auge. A estos padres les da igual que sus hijos jueguen en el equipo del barrio, o no. Buscan el mejor equipo aunque tengan que desplazarse varios kilómetros. Su hijo tiene que estar con los mejores. Si no es así, ya se encargará él de traer jugadores para que su hijo esté en un equipo ganador. Si su hijo queda desplazado porque hay jugadores mejores, busca un equipo donde pueda tener protagonismo. Hace lo posible para que su hijo sea conocido, incluso envía videos a los medios de comunicación locales.


PADRES DESFASADOS. Son los desfasados, los que recuerdan su infancia y creen que el mundo no evoluciona. Se les reconoce por frases como: “En mis tiempos….” “Cuando yo jugaba…”. Les da igual que su hijo, en un entrenamiento, esté 45 minutos haciendo carrera continua porque él entrenaba así. Son partidarios de gritar a los niños de forma desmesurada porque así lo entrenaban a él. No valoran las condiciones tan favorables en las que entrenan sus hijos, se limitan a decir “lo nuestro tenía más mérito”. Son padres que se han quedado atrás en la evolución del fútbol.


PADRES PASOTAS. No se interesan por el niño. Les da igual la formación del niño, el entrenador, el club en el que están. No preguntan si han ganado o perdido. Se limitan a llevar al niño al entrenamiento y recogerlo cuando termina. Rara vez, se les ve presenciando un partido. Para ellos, es una obligación que su hijo entrene en un equipo.


MADRES. En todos los sectores de la sociedad se ha producido, afortunadamente, la incorporación de la mujer. El fútbol base no podía quedarse atrás en este avance social. Así, cada vez más madres acuden a entrenamientos y partidos de sus hijos. Sin ánimo de generalizar, su comportamiento es parecido al padre entrenador pero sin saber qué es un fuera de juego, un libre indirecto o un interior derecho.


VERDADEROS PADRES – VERDADERAS MADRES. Se interesan, a principio de temporada, por la formación que va a tener su hijo. Tratan de conocer al entrenador, la formación que tiene y el trato que le da al niño. Nunca interfiere en las decisiones, planteamientos, entrenamientos, ni partidos. Siempre mantienen una actitud discreta de apoyo, animan a su hijo y al grupo de forma elegante y digna de elogio, no crean presión innecesaria, dan motivación y seguridad. Animan y apoyan al equipo sin protestas, insultos o desaprobaciones a los integrantes del equipo, del rival o al colegiado. Siempre ofrecen su vehículo para el desplazamiento. Felicita a todos los jugadores del equipo y los anima si salen tristes porque han perdido. En definitiva, disfrutan del deporte a través de sus hijos.


Para finalizar, quiero transmitir un mensaje:

“Tenemos que ser conscientes de que somos una referencia para nuestros hijos”.

martes, 30 de octubre de 2012

PORQUE.... LAS PALABRAS CONMUEVEN, SÓLO EL TETIMONIO ARRASTRA


              Testigos Hoy (CSTV) "La última cima"


LOS PROFESORES SOMOS, ADEMÁS, EDUCADORES

                                                  VÍDEO DE MIGUEL ÁNGEL SANTOS



LOS DEPORTES DE EQUIPO MEJORAN EL RENDIMIENTO DE NUESTROS ALUMNOS


Los niños que practican fútbol, baloncesto o cualquier otro deporte de equipo mejoran su rendimiento en las aulas y obtienen mejores notas que el resto de alumnos, según ha constatado con su experiencia en este ámbito el pedagogo Pedro Marceta, quien destaca los beneficios sociales de este deporte por encima del rendimiento físico.
Existen otros dos estudios que corraboran esta afirmación. La primera, publicada por la Universidad de Vrije (Holanda), concluye que el deporte contribuye a potenciar las capacidades cognitivas, mejorando la función cardiaca y aumentando los niveles de endorfinas y la conexión entre neuronas lo cual repercute positivamente en la actividad académica.
El segundo estudio, desarrollado por el Observatorio de Estudios del Comportamiento de Esade y la empresa Danone, concluyó que el 37 por ciento de los niños que han empezado a practicar un deporte han obtenido mejores notas que el resto, además hacen más deberes y mejoraron sus resultados académicos del 17,80 al 37,03 por ciento. En esta misma línea, el Instituto Universitario de Ciencias de la Actividad Física argumenta que aumentando el rendimiento cognitivo hasta un 25 por ciento.
“En el deporte los valores que más trabajamos es el esfuerzo,  la disciplina, el sacrificio, el espíritu de superación, el compañerismo, enseñamos a ser generoso y respetuoso, además en los deportes de equipo se desarrolla la sinceridad y la humildad, se ayuda a reconocer los errores”, explica a Europa Press el director pedagógico de la Fundación Marcet.
Estos valores, que en este caso concreto inculca la práctica del deporte rey, tienen una influencia notable en la mejora del rendimiento académico, ya que al final se aplica en todas las áreas de la vida, entre ellas los estudio.
“Hay estudios hechos por psicólogos donde se determina que los niños que juegan al fútbol son malos estudiantes porque están todo el rato en el campo de fútbol y no trabajan su mente, nosotros por la Fundación Marcet, por donde pasan en un año más de 10.000 jugadores, vemos que las notas de estos niños son cada vez mejores”, explica.
No obstante, advierte que el deporte sin control no consigue estos resultados en la infancia, ya que “un niño sin formador que le oriente lo que va a hacer es jugar al fútbol en la calle, dejando a un lado sus obligaciones educativas”.

CONCIENCIAR Y DESARROLLAR VALORES”

Para ello, recuerda, cuentan con que “los niños son muy estimulables y motivables”, por eso tratan de reforzar de manera positiva los progresos educativos que realizan, de modo que “encuentran una fuerte motivación en el deporte para seguir estudiando, gracias al deporte se toman muy en serio los estudios”.
En su opinión, “no hay duda de que el rendimiento de los chicos que pasan por escuelas de fútbol hace que mejoren mucho en sus estudio y actitud hacia el trabajo”, por tanto entiende que las escuelas de fútbol “son una herramienta muy importante para padres y la formación”.
Aunque, para llegar a ese rendimiento hay un trabajo detrás de un profesional encargado de, además de formar deportivamente, “estimular, concienciar y desarrollar valores”. Además, advierte, “se encargan de recordar siempre que mucho más importante que meter goles es estudiar”.
Según el pedagogo la influencia de los entrenadores que los objetivos que se marcan a los niños es fundamental, hasta el punto de que, a su juicio, deben ser considerados formadores y no entrenadores. “Antes de ver sus cualidades físicas hay que ayudarles a ser personas, la palabra entrenador no existe, existe la palabra formador”, afirma.
Respecto a la edad de inicio, cualquiera es buena, pero recuerda que cada edad tiene “su etapa sensible” para aprender un valor, por ejemplo “cuando el niño es muy pequeño se le puede ensañar a ser ordenado pero no responsable, eso será más adelante”. Para ello, se trabaja directamente con el esfuerzo que realizan en sus estudios, “reforzando sus progresos y cambios de actitud más que las notas”.